“Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su ambiente con fines de estudio, educación y recreo.” ICOM
La visita a los museos peruanos nos sorprende por el valor y la variedad de objetos culturales que exhibe y a veces no pensamos en quienes, en su interior, contribuyen a darles vida y que funcionen. En el número anterior hemos visto lo importante que es la conservación; hoy dedicaremos unas líneas a las otras funciones que se llevan a cabo puertas adentro del museo.
Función importante e impostergable es la investigación de sus colecciones. Muchas veces nos encontramos con museos que han amontonado sus objetos en los depósitos y ni siquiera poseen un inventario de su colección. Esto es grave porque significa que guardan “bajo siete llaves” un conocimiento que no llega al público, principal destinatario del legado cultural. El museo tiene la obligación investigar sobre sus colecciones (o permitir que los especialistas investiguen) y como primer requisito tiene que realizar el inventario de sus fondos. ¿Por qué es importante esta operación? Porque sólo así sabemos la cantidad real de objetos que posee el Perú, prueba de su propiedad en caso de robos dentro y fuera del país. (Hay todavía muchos museos peruanos que no han inventariado su colección)
El museo, por naturaleza, es un lugar de mostración, un sitio donde se nos ofrece el fruto de las investigaciones realizadas, pero no de cualquier manera, sino de acuerdo a una narración coherente que haga posible la comprensión, el mensaje que quiere darnos. A esta práctica se la llama “museografía” y en ella colaboran los especialistas y el museógrafo(a) que se encarga del diseño de la exposición. ¿No nos ha pasado algunas veces que frente a una vitrina el texto explicativo es demasiado extenso y lo hemos leído a medias porque resulta aburrido? Este es un defecto frecuente en nuestros museos, resultado de la importancia que le da el investigador al texto sin tener en cuenta las características del público visitante. Una exposición es una narración que, como en el cine, tiene secuencias, sino que en el museo la narración es más lineal y las secuencias se engarzan unas con otras. Esto hace posible que el visitante cuando termina la visita salga contento de haber comprendido lo que se le explicó en las vitrinas.
Es cierto que en el Perú hemos atendido con más insistencia las funciones de conservación y exposición, quizás porque son las más aparentes y se han difundido más en tratados y revistas extranjeros. Pero hay otra función que hoy ha adquirido gran importancia y es el tema de los públicos, los usuarios hacia quienes el museo se dirige. Hoy día, en el organigrama del museo, se impone un puesto imprescindible: el gestor de programas para el público, quien tendrá como primera labor “mapear” el entorno para ubicar colegios, universidades, centros municipales de la tercera edad, los vecinos dispuestos a colaborar, etc. Hay programas muy interesantes que pueden aplicarse para atraer a los públicos de distintas edades y salir de la aburrida visita obligatoria que sólo deja un mal recuerdo.
Un museo bien organizado es un colaborador con la escuela, la universidad y un centro donde el visitante no sólo adquiere conocimientos sino pasa un momento placentero.